Diario de una mamá: Crianza respetuosa
Cuando mi hijo nació, sabía que uno de los desafíos más grandes que iba a tener como mamá, más allá de reducir mis horas de sueño, de postergar ciertos planes o de adaptarme a un ritmo y estilo de vida diferente, era la forma de crianza que iba adoptar en todo momento para hacerlo feliz. La verdad es que en ese minuto no tenía tanta información al respecto, hasta ahí había leído del embarazo y del parto, pero no había estudiado en profundidad sobre la crianza. Sin embargo había algo que yo sabía, y era que el instinto, el amor y las ganas de ver feliz a mi hijo me iban a ayudar a criarlo con el mayor respeto desde el comienzo.
Y es que hace años, cuando aún la maternidad no formaba parte de mi vida, en algunas ocasiones observaba el comportamiento de los adultos con los niños. Algunos actuaban de forma amable y cariñosa con ellos, pero otros lo hacían de forma hostil y eso me llamaba la atención. No estaba acostumbrada. De hecho a mi sobrina siempre, todos los que la cuidábamos, le hablábamos con cariño y cuando le decíamos que no debía hacer ciertas cosas, le explicábamos a la vez el por qué.
De alguna forma tenía internalizado el concepto de crianza con respeto, lo había visto, leído tal vez en algún artículo, lo había discutido en conversaciones o en mi diplomado cuando hablábamos sobre los Derechos del niño o de la niña, pero nunca lo había estudiado como tal, hasta que mi nuevo rol mi instó a buscar información para aprender y para respaldar una forma de criar que yo ya conocía de cierta manera.
¿Qué es la crianza respetuosa?
La crianza respetuosa es una forma o modelo integral de abordar la maternidad o la paternidad, que reconoce a los niños o niñas como personas y seres con derechos, y cuyas bases fundamentales son el amor, el respeto y los límites no punitivos.
Este tipo de crianza enfatiza en la empatía, esto es ponerse siempre en el lugar del niño, niña o bebé tratando de comprender sus necesidades y sentimientos, contenerlo emocionalmente cuando lo requiera, respetando sus tiempos sin exigencias y valorándolos como personas. Esto último es importante porque es necesario comprender que lo niños o los bebés son personas iguales que nosotros los adultos, lógicamente con mayores necesidades, pero merecedores del mismo amor y respeto que se le daría a una persona mayor.
¿Por qué criar con respeto?
Primeramente porque las personas lo merecemos, y luego porque al criar en base a este concepto logramos un desarrollo óptimo de los niños. No olvidemos que cuando un bebé nace, si bien viene con su cuerpo desarrollado o formado al 100%, el cerebro no lo está y ese desarrollo dependerá de la forma de crianza o del trato que tenga, por lo que resulta súper importante adoptar un sistema de crianza respetuoso, dado que esto le dará forma y contenido al aspecto psicológico, social, emocional e intelectual de los hijos.
Pero ojo, es importante entender que la crianza con respeto no comienza cuando el niño nace, sino que cuando aún se encuentra en el útero materno, ya que muchos estudios señalan que es ahí cuando se comienzan a formar las conexiones neuronales del individuo, así que si estás embarazada, lo mejor para tu bebé es entregarle amor y respeto desde antes de nacer.
Es como señala Berna Iskandar reconocida exponente de crianza respetuosa en Latinoamérica: “La primera infancia (0 a 7 años) constituye el período crucial de desarrollo del ser humano, siendo la base de la formación de la personalidad, del carácter y de la autoestima. Es como una acera de cemento fresco donde todo queda grabado y luego seca.”
Aspectos relevantes para criar con respeto.
Leía el otro día un artículo en el que se relataba un hecho ocurrido en el metro de Madrid. Una madre viajaba con su bebé, ella miraba su celular, mientras el bebé en silencio viajaba mirando a su alrededor curioso o tal vez confundido. Esta escena se prolongó durante todo el viaje. Frente a esto la escritora comentaba que le llamaba la atención la conducta de la madre, ya que concentrarse en cosas propias mientras se está en un escenario nuevo con un hijo es un acto que carece de empatía. A nadie le gustaría que lo llevaran a un lugar distinto, con ruido y lleno de gente y que no le explicaran nada. Al contrario una actitud respetuosa y empática hubiese sido conversar con el bebé, explicarle dónde están y hacia dónde van y hacerle saber que no se encuentra solo, dándole la contención necesaria.
Lo anterior refleja que a veces actitudes que nos parecen inofensivas y normales pueden vulnerar a los hijos. No se trata sólo de aquellas actitudes que la mayoría reprochamos como los golpes o las malas palabras que se vinculan con un estilo de crianza antiguo y obsoleto, sino que cosas simples como por ejemplo la que se describe y que tienen que ver más con la falta de información, el error o de distraídos.
Para criar con respeto hay que considerar tres aspectos claves según la psicóloga Javiera Grez Nieto:
1. Entender qué necesitan nuestros hijos/as para sentirse seguros, queridos y protegidos.
2. Reconocer que como adultos transmitimos conductas aprendidas de manera automática, que muchas veces requieren ser revisadas, en un proceso de crianza o acción formativa consciente.
3. Tener plena convicción de que un niño/a merece el mismo respeto que un adulto siempre.
Según Berna Iskandar lo anterior se logra cuando nos conectamos con nuestro niño interior. Sólo así se puede entender de qué forma hemos sido amados o desamparados ,y cómo desde ese amor o desde ese desamparo criamos hoy. Según la especialista los adultos hemos perdido memoria de nuestras propias vivencias infantiles, fruto de crianzas represivas que oprimieron nuestras emociones, pulsiones, expresiones. Nadie nombró nuestras necesidades legítimas como cuando llorábamos pidiendo consuelo o cuerpo materno. En cambio nos decían malcriados, llorones, debes aprender a tolerar la frustración.
Además la autora de “conoce mi mundo” explica que es muy importante abrir espacios de reflexión, formación e información para que los padres y profesionales relacionados con atención a niños puedan reflexionar mucho al respecto y tengan opciones para tomar decisiones más conscientes.
Otras formas de crianza.
Berna Iskandar señala por su parte que existen tantos modelos de crianza como familias en el mundo, sin embargo se puede hablar de tres formas básicas, esto es el modelo de crianza represivo, el anárquico y el democrático.
El represivo es aquel donde la autoridad se impone a través del miedo, las amenazas y los recursos punitivos como castigos y premios. El resultado de este modelo son seres humanos adiestrados, resentidos, sumisos o violentos, personas que no saben autorregularse. Aprendieron sólo a responder ante estímulos externos (te quiero si haces lo que te digo, te expulso de mi territorio emocional, te provoco dolor o te retiro mi aprobación y mi amor si no lo haces). Así terminamos aprendiendo a cumplir con nuestro deber solo si obtenemos recompensas, o respetamos las leyes cuando hay una amenaza inminente de castigo.
El democrático o respetuoso es aquel que se basa en la empatía y en la autoridad otorgada. El niño nos otorga la autoridad, los padres la ganamos demostrando que les respetamos, que les escuchamos, dando el ejemplo, pidiendo cosas razonables, estableciendo un vínculo que nos ayude a empatizar y acompañarlos para ganarnos su confianza, haciéndoles ver que sabemos de lo que hablamos.
Muchas personas creen que esta forma de crianza impide que pongamos límites a la conducta de los niños, y que terminaran haciendo lo que quieran, creanme que lo he escuchado en más de una ocasión. Sin embargo la autora se refiere a esto, y señala que esta forma de crianza estableciendo límites es totalmente posible, lo que ocurre es que la mayoría de los seres humanos procedemos de patrones insanos de crianza basados en modelos autocráticos, y por tanto carecemos de referentes o no tenemos los recursos para vincularnos desde relaciones democráticas con los niños, en otras palabras porque no sabemos “cómo”. Por ello es muy necesario informarse o pedir ayuda profesional.
Por último el modelo anárquico es aquel donde se presenta carencia casi absoluta de límites y disciplina o marco de referencia para acompañar, orientar y contener a los niños durante el proceso de socialización. El resultado son niños abandonados, carentes de estructura lo cual genera mucha inseguridad, sentimiento de caos, abandono y por tanto supone maltrato.
Es muy importante considerar que el estilo de crianza que adoptemos y practiquemos determinará qué tipo de ser humano estamos formando para el futuro.
Consejos para ejercer una crianza respetuosa.
1.- Entender que existen sistemas de crianza obsoletos, que responden a una época en la que no existía mayor información al respecto y dónde operaba el sometimiento y la autoridad.
2.- No adoptar estrategias como los premios y castigos.
3.- No ignorar emociones, ni aplicar la ley del hielo ni el aislamiento, ni el time out.
4.- No dar Golpes, pelliscones, nalgadas, tirones de pelo o zamarreo.
Al contrario:
1.- Reconocer, reflejar, tolerar y ayudar a regular las emociones de los hijos.
2.- Instalar el diálogo como estrategia de resolución de conflicto.
3.- Reflexionar y comprender las consecuencias e implicancias de nuestras acciones.
4.- Buscar ayuda profesional en casos más conflictivos. O cuando se crea necesario.
5.- Hacer un trabajo de autoconocimiento. Según Berna Iskandar de nada sirve volcarse a practicar la crianza respetuosa, leerse todos los libros de sus autores, seguir a influencers en redes sociales, etc., si en paralelo no se hace un trabajo de autoconocimiento. Podremos apuntarnos al porteo, colecho, a la lactancia a término, etc., pero si no trabajamos para ordenar nuestro campo emocional y las memorias de nuestras propias infancias de nada servirá. Por eso, se debe trabajar en uno mismo, sentir que somos personas nuevas, completas, aceptarnos y aceptar nuestra vida sintiéndonos agradecidos y felices y sólo así podremos llevar una crianza respetuosa.
6.- Comprender e integrar el concepto de amor incondicional.
Crianza con respeto en la practica:
La crianza respetuosa es un estilo de vida que se ejerce con pequeñas acciones diarias. Algunos ejemplos son los siguientes:
1.- No tratar de idear una rutina de sueño para un recién nacido o para un bebé pequeño. La mayoría de los bebés necesitan, dado su desarrollo, despertar durante la noche para alimentarse, por lo que es normal que duerman entre 2 a 4 horas y luego despierten.
2.- Los niños son en extremo dependientes y vulnerables. Por tanto necesitan la presencia e interacción constante de una figura vincular que sepa interpretarlos bien y satisfacer sus necesidades de inmediato. Por ello hay que tratar de no dejar al niño sólo durante mucho rato pensando que ellos entenderán que estamos haciendo otras cosas, para ellos es angustiante perder de vista a su protectora, ya que no saben si podrán sobrevivir sin quien provee defensa ante los ataques medioambientales (frio, calor) o las necesidades fisiológicas (hambre, sueño) y por eso lloran. A menos que ya estén en una etapa donde puedan sentirse más tranquilos y seguros por sí mismos.
3.- Entender que los niños se expresan a través de la emoción y con su cuerpo más que con las palabras o el lenguaje que aún está en proceso de adquisición. Esto explica por qué a menudo lanzan objetos, gritan, muerden, lloran, para comunicar disconformidad, euforia, tristeza, o cualquier emoción, no para manipular como algunos creen como cuando por ejemplo hacen un berrinche.
4.- Colocar la casa en modo niño. Ya que ellos están experimentando todo en un mundo que no conocen. Ellos no entienden que el vidrio se rompe y el plástico no y tienen que aprenderlo explorando. Por eso lo mejor es sacar todo lo que sea potencialmente peligroso para ellos de su alcance o vigilar constantemente.
5.- Respetar los tiempos de maduración del niño. Esperar que nos de las señales que indican cuando está listo para quitarse el pañal, dormir sin sus padres o sin despertarse con frecuencia, quedarse más tranquilo para comer parecido a un adulto, dejar atrás la necesidad constante de querer agarrar todos los adornos de casa, comprender y sostener una regla, socializar o jugar con otros niños, etc.
Cuando no se respetan lo tiempos, pueden haber consecuencias. Por ejemplo, entrenar a un niño para sacarle el pañal sin respetar sus tiempos de maduración muy frecuentemente provoca enuresis o retención. Obligarlos a dormir en solitario pasando miedo o angustia genera secuelas importantes en el desarrollo de su sistema nervioso.
6.- Entender que un niño menor de tres años siempre vive en el presente, por eso no puede comprender cuando se le dice que no haga algo ahora, mañana y en el futuro.
Confía en la crianza respetuosa.
Criar respetuosamente no es criar sin límites, significa más bien lograr entender a los niños con su carácter, su personalidad, sus necesidades que al comienzo son tan fuertes como por ejemplo la necesidad del cuerpo de la madre. Se trata de lograr empatizar y leer sus señales, sintonizar afectivamente con él o ella e intentar establecer límites de manera asertiva y segura.
Lo importante es no sentir temor de que el niño se pueda estar mal criando, mal acostumbrando o peor aún, manipulando a los padres o las situaciones. Los niños no tienen la capacidad cognitiva para crear este tipo de ideas o planes tan elaborados.
Por eso personalmente, según lo que he vivido y estudiado, no creo que los niños se porten mal, los niños lo que hacen es exteriorizar sus necesidades y ya! (Por lo menos así es hasta adquirir hábitos) y la clave está en comprenderlas y satisfacerlas. Por ejemplo si un bebé llora porque la mamá fue a buscar algo a la pieza de al lado, ese bebé no entiende que la mamá está buscando algo, él lo único que sabe es que su mamá no está, desapareció y eso le provoca angustia. Si un niño por otro lado hace una pataleta no significa que ese niño quiera hacerle la vida imposible a la mamá, sino que hay algo que quiere expresar. Es ahí donde entra la genialidad del adulto para explicarle con buenas palabras o para usar la creatividad y contarles una historia, un cuento o cambiarles de tema.
La idea es corregir con paciencia y amor. Está bien que los niños sepan que “no es no”, está bien que como papás haya cierto carácter de tal, pero insisto la forma proviene desde el cariño, no desde esa autoridad brusca, sólo así se transformarán en personas sanas y felices que hagan de la sociedad algo mejor.